Cultura Empresarial: un motor invisible para el éxito de las PyMEs

La frase "Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante" fue publicada por primera vez en la célebre historieta Mafalda, allá por el año 1966. Joaquín Salvador Lavado (mejor conocido como Quino), introdujo tal reflexión a través de su inolvidable personaje para señalar cierto comportamiento humano que suele priorizar determinadas tareas, restándole atención a cuestiones relevantes de la vida cotidiana.

Por más que haya nacido como chiste y aunque parezca un chiste, en verdad no lo es. Porque esta frase, ahora centrándonos en el ámbito empresarial, retrata aquella manera bastante usual de proceder desde una perspectiva cortoplacista. 

Está claro que llevar adelante una pequeña o mediana empresa, más aun en contextos de crisis e inestabilidad, requiere concentrar casi todo el esfuerzo en la solución de problemáticas concretas: de esas que suelen llamarse “tangibles”. 

Pero el error es pensar que los únicos desafíos son económicos o financieros, y que todo lo demás es secundario: esas cuestiones que suelen llamarse “intangibles”, como si pudieran resolverse por arte de magia.

Veámoslo de este modo: en una empresa trabajan personas con perfiles muy distintos entre sí, que se complementan para lograr una dinámica productiva donde cada cual pueda cumplir una función específica mediante habilidades propias que otra persona de la misma organización no tiene, y viceversa.

¿Cómo es posible sincronizar tales visiones distintas y alinearlas a un mismo objetivo global? La clave está en construir una sólida CULTURA EMPRESARIAL.

Generalmente pasada por alto, la cultura empresarial es el corazón de cualquier organización, incluso en el entorno dinámico de las PyMEs. Es el conjunto de valores compartidos, normas y comportamientos que moldean la identidad única de una empresa y guían las decisiones de su personal. El espacio simbólico donde se crea una verdadera identidad colectiva; el ambiente que integra, la fuerza invisible que une a los equipos, alinea los objetivos y le da forma al modo en que la organización se presenta, tanto interna como externamente. 

Un punto de vista singular respecto al mundo
Entonces, si es tan importante, ¿por qué se la deja de lado?

Profundizando lo dicho anteriormente, la escasa importancia que las pequeñas empresas le otorgan a la cultura empresarial puede atribuirse a varios factores, y aunque cada caso es único, algunas razones comunes son: 

Enfoque en sobrevivir: la atención puede centrarse más en cuestiones operativas inmediatas más que en la construcción de una cultura empresarial.

Falta de conciencia: los propietarios de pequeñas empresas pueden no estar plenamente conscientes de la importancia y el impacto de una cultura empresarial sólida.

Recursos limitados: lo que puede hacer que la dedicación de tiempo y esfuerzo a la construcción de la cultura sea percibida como un lujo que no pueden permitirse.

Influencia directa en el rendimiento de las PyMEs
La coherencia cultural también fortalece la resiliencia de la empresa frente a nuevos desafíos. Estimula un entorno de trabajo positivo y colaborativo motiva al personal, aumenta la retención de talento y mejora la productividad. 

La cultura empresarial en las PyMEs debe ser adaptable. A medida que el mercado evoluciona y las tecnologías emergentes transforman la forma en que hacemos negocios, la cultura debe ser lo suficientemente flexible como para adoptar el cambio. Una cultura que fomente la innovación y la creatividad permite que los empleados se sientan cómodos al proponer nuevas ideas. Esto impulsa la capacidad de la empresa para adaptarse a los cambios del mercado y desarrollar productos o servicios innovadores.

La tecnología puede transformar falencias en desafíos únicos
La falta de recursos y la necesidad de operar con eficiencia pueden crear culturas centradas en la flexibilidad, la creatividad y agilidad en la toma de decisiones. La clave es alinear la cultura con los objetivos estratégicos.

Hay que destacar el papel de la cultura empresarial en la adopción tecnológica. Una cultura abierta a la innovación facilita la implementación de soluciones tecnológicas, mejorando la eficiencia y manteniendo a la empresa a la vanguardia.

La construcción de una cultura empresarial debe ser sólida, esto implica la participación activa de la dirección: definir valores, fomentar la comunicación abierta y asegurar que cada empleado comprenda e integre la cultura en su trabajo cotidiano.

Diversidad creativa orientada al éxito
La diversidad en la cultura empresarial no solo es un imperativo ético, sino también un impulso para la creatividad y la resolución de problemas. Las PyMEs pueden beneficiarse al trabajar sobre la diversidad de perspectivas y experiencias.

La cultura empresarial en las PyMEs no es un aspecto secundario, sino el motor invisible del éxito. Desde la identidad hasta el rendimiento y la adaptabilidad, la cultura es el hilo conductor que teje la narrativa única de cada PyME. 

En un mundo empresarial cada vez más competitivo, entender y cultivar una cultura sólida se convierte en un activo estratégico invaluable.

Nicolás Serafini es Contador Público y dirige la consultora Serafini desde el año 2000. Es presidente de PROFIDE (Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Plan de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires) y de PROMEI (Programa de Mejora de Infraestructura). Además conduce el programa semanal Impacto Productivo y escribe Columna PyME en ARG360, una espacio de convergencia entre sector PyME, nuevas tecnologías y estrategias de crecimiento.