La soja en el comercio global: precios, retenciones y geopolítica

En septiembre de 2025, el gobierno de Milei suspendió temporalmente los aranceles a la exportación de granos (soja, maíz, trigo, carnes) hasta fines de octubre o hasta alcanzar un cupo de US$ 7.000 M

Economía Hernán P. Herrera
soja_poroto_23-1024x768

El objetivo oficial era captar dólares y aliviar la presión cambiaria, pero la medida duró apenas 48 horas: en sólo dos días se agotó el cupo fijado y el 24/9 el Gobierno reinstauró los gravámenes. Este anuncio relámpago detonó un boom exportador y desencadenó reacciones políticas globales.

China aprovechó al instante la baja de impuestos: importadores chinos reservaron decenas de cargamentos Panamax (~65.000 ton c/u) de soja argentina. Reuters reportó que inicialmente se cerraron al menos 10 cargamentos (~650.000 ton), cifra que luego llegó a por lo menos 15 barcos (~1 millón de toneladas). En muchos casos las compras incluyeron soja vieja y nueva cosecha. Por ejemplo, la cooperativa LDC Argentina encabezó el volumen exportado (3,548,300 ton, 18,1% del total), seguida por Cargill, Bunge, Deheza y Cofco, según datos oficiales (vistos en las declaraciones juradas). Estos flujos concentrados ilustran cómo pocos traders globales movieron el grano argentino en ese breve lapso.

• Impacto inmediato en mercados: El precio internacional de la soja reaccionó de forma pasajera. En Asia, tras el anuncio los futuros de harina de soja en Dalian cayeron ~3,5% (lo mismo ocurrió con el aceite). En Chicago, los futuros de soja tocaron un mínimo de seis semanas ese mismo martes.
• Efecto local: En la Bolsa de Rosario, los contratos de soja de noviembre saltaron unos US$ 60 por tonelada en un día (de ~US$300 a ~US$360), reflejando el valor extra local sin retenciones. Sin embargo, esta alza fue principalmente local: al reimplantar los gravámenes, los precios físicos internacionales regresaron a ~US$ 370–380/ton para noviembre 2025. En síntesis, el episodio generó un “pico momentáneo” de demanda, pero no reestructuró permanentemente el precio global.

La ventana de retenciones cero expuso una limitación estructural del modelo de Milei: la imposibilidad de construir política económica que trascienda el corto plazo. En la práctica, los pequeños y medianos productores quedaron fuera del beneficio porque no tenían capacidad logística ni volúmenes disponibles para vender en apenas 48 horas. El resultado fue que las grandes multinacionales acapararon el 86% del negocio, consolidando su poder en la cadena exportadora. Esta asimetría revela la fragilidad de un esquema que privilegia liquidez inmediata para sostener el dólar, pero que no genera reglas estables ni incentivos a la producción de base. El gobierno perdió una oportunidad de fortalecer a su propio entramado agropecuario y terminó reforzando la dependencia de traders globales y la volatilidad del ciclo político.

Presiones de EE. UU. y reacciones políticas
La explosión exportadora argentina encendió las alarmas en Washington. El lobby de agricultores de soja presionó al gobierno de Trump, advirtiendo que cada vez que China “recurre a Sudamérica en lugar de EEUU, nuestros granjeros pierden”. La American Soybean Association (ASA) denunció que EEUU llevaba “cero ventas a China” en la nueva campaña por los aranceles retaliatorios del 20%, permitiendo que “Brasil y ahora Argentina capturen nuestro mercado a expensas de los agricultores estadounidenses”. El presidente de la ASA subrayó la “frustración abrumadora” de los productores al ver que el Gobierno estadounidense extendía ayuda económica a Argentina mientras esta eliminaba impuestos para vender 15 barcos de soja en dos días.

Bajo esta presión, las autoridades norteamericanas actuaron rápidamente. El subsecretario del Tesoro Scott Bessent anunció que EEUU negociaba una línea de swaps de US$20.000 M con el Banco Central argentino, condicionando el apoyo al fin de la exención fiscal al agro (“tax holidays”). En su cuenta de X (Twitter), Bessent escribió: “Estamos trabajando con el gobierno argentino para poner fin a la exención fiscal para los productores de materias primas”. En la práctica, esta declaración allanó el camino para que, una vez cumplido el tope de US$7.000 M, Argentina restableciera las retenciones al campo casi de inmediato. Como observan los analistas, Washington trasladó la presión del lobby sojero interno hacia Buenos Aires, demostrando que “lo que hace EE.UU. manda” en la agenda agroexportadora global.

La reacción en Washington no se limitó al Tesoro. La secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, salió a contener el enojo del agro estadounidense con un paquete de medidas de compensación. En un discurso en Kansas City el 25 de septiembre, anunció “acciones para garantizar la viabilidad futura de la agricultura estadounidense”, que incluyeron apoyo crediticio, compras estatales de excedentes y negociaciones para abrir nuevos mercados en Asia y Europa. Rollins operó como canal político del malestar rural y reforzó la presión sobre Bessent, dejando en claro que la ayuda a la Argentina debía equilibrarse con respaldo directo a los farmers de EE.UU.

Un actor estratégico en esta trama es Rob Citrone, gestor de hedge funds, identificado por medios como un amigo cercano de Scott Bessent. Citrone ha invertido agresivamente en activos argentinos (bonos, acciones ligadas a la economía local) anticipando la política económica del gobierno Milei. Cuando Bessent anunció el paquete de apoyo de USD 20.000 millones, Citrone obtuvo ganancias sustanciales, según reportes periodísticos independientes. Esta coincidencia plantearía un conflicto de intereses implícito: un rescate público funcionó como amortiguador para las inversiones privadas de un aliado cercano de la cartera del Tesoro.

Dinámica centro-periferia y cadenas de commodities
Este episodio ilustra las dinámicas clásicas centro-periferia de la economía mundial. Las teorías del desarrollo señalan que las economías periféricas tienden a especializarse en exportar materias primas mientras los países centrales se enfocan en bienes industriales avanzados. En la práctica, la soja argentina confirma este patrón: su precio y demanda los dictan las grandes potencias (China como comprador dominante y EE.UU. como competidor). El creciente comercio de soja con China “sigue la estructura existente de la cadena mundial de commodities”, ofreciendo poco margen para cambios estructurales en la economía argentina. En otras palabras, aunque la periferia busca mecanismos (como la baja de retenciones) para aprovechar momentáneamente su producción, los términos de intercambio dependen de mercados globales controlados por el centro.

En este marco teórico, las fluctuaciones de precios de los commodities son tanto un respiro para la periferia como un instrumento de influencia para el centro. Por ejemplo, los altos aranceles chinos al agro estadounidense (en la guerra comercial) combinados con la oferta argentina libre de impuestos profundizaron la dependencia de Argentina en la soja. Al mismo tiempo, la medida argentina reafirma la influencia de las potencias centrales: China recompensó la exención temporal comprando a bajo precio, mientras EE.UU. usó su apoyo financiero para condicionar la política tributaria argentina.

Otros commodities: caso del GNL
Aunque la soja fue el foco central, vale comparar con el mercado del gas natural licuado (GNL), otro commodity geoestratégico. El GNL se cotiza en dólares por millón de BTU (MMBtu) y por volumen (millones de m³). A fines de septiembre de 2025 el referente asiático JKM rondaba los US$11–12/MMBtu mientras el gas en EE. UU. (Henry Hub) estaba en US$2,88/MMBtu. Los precios reflejan la geopolítica energética actual: tras la crisis Rusia-Ucrania, Europa diversificó hacia importaciones masivas de GNL de EEUU y Medio Oriente, encareciendo su precio global para Asia/Europa. A diferencia de los flujos mayoritarios de soja, Argentina hoy apenas si sueña con exportar GNL comercialmente; esos mercados energéticos siguen dominados por actores centrales (EE.UU., Rusia, Qatar) y tensiones políticas internacionales.

Así, la breve quita y reinstauración de retenciones en Argentina ha puesto de relieve el peso geopolítico del precio de la soja. La medida reactivó la demanda china de grano argentino, desvió ventas estadounidenses y generó presión diplomática inusitada: EE.UU. condicionó su ayuda financiera a Argentina a restablecer los tributos. Este choque de intereses evidenció la división centro-periferia: los países centrales definieron las reglas del juego. En el corto plazo, los exportadores argentinos obtuvieron liquidez (dólares) vendiendo grandes volúmenes, pero el episodio también provocó debates internos sobre quién se benefició realmente (agricultores vs. comerciantes). En el mediano plazo queda claro que, en un mundo donde “lo que hace EE.UU. manda”, las estrategias de desarrollo basadas en commodities deben operar cautelosamente bajo las demandas de las potencias centrales. El futuro del sector agroexportador argentino seguirá muy ligado a la evolución de estos mercados globales (precios internacionales, alianzas comerciales, guerras comerciales) y a la capacidad de negociar mejores términos dentro del marco de la economía mundial contemporánea.

Hernán P. Herrera es investigador del Instituto Argentina Grande y columnista de Un Mundo en Marcha (en Radio con Vos). Su IG es @hernanpherrera.

Te puede interesar
CXMF7LDVSZDMVILLC2ADHL74K4

Cosecha Pendiente: Tras el Fin del "Dólar Soja Cero", Restan por Venderse Casi USD 5.000 Millones en Granos

Redacción ARG360
Economía

La breve ventana de retenciones del 0% para granos y subproductos, implementada por el Gobierno, generó un movimiento comercial vertiginoso en el sector agropecuario. Aunque el beneficio transitorio duró apenas 48 horas hábiles —alcanzando rápidamente la meta de USD 7.000 millones en ventas al exterior—, aún queda un volumen significativo de la cosecha 2024/2025 por colocar en el mercado internacional, valuado en casi USD 5.000 millones.

nacion

¡Oh, ya, presión!

Redacción ARG360
Economía

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) se vio forzado a vender una cantidad récord de US$379 millones en una sola jornada. Esta cifra es la más alta desde que se levantó el cepo cambiario y demuestra la fuerte presión que está sufriendo el dólar oficial

luis-caputo-junto-a-su-equipo-foto-x-mineconomiaar-OBNLCGRRHVATRJHF23WUIABTYQ

Con el dólar al alza, el Gobierno juega $7 billones en una pulseada clave con el mercado

Redacción ARG360
Economía

El Gobierno argentino enfrenta un crucial vencimiento de deuda de $7,2 billones en pesos, buscando refinanciarlo y evitar la volatilidad del dólar tras la reciente derrota electoral en la Provincia de Buenos Aires. La nota detalla la estrategia de emisión de bonos con vencimientos extendidos y analiza el impacto de los resultados electorales en la estabilidad cambiaria y la confianza del mercado.

Lo más visto