El Universo de Bashevis Singer en escena

El erotismo, la pasión, el humor y el poder de la palabra se entrelazan en una puesta inolvidable inspirada en esta potente obra

Cultura Aldo Gómez Di Giuseppe
teatro 2

El erotismo, la pasión y, sobre todo, el humor se amalgaman en la obra de Isaac Bashevis Singer, un escritor perseguido por sus propios demonios. Con una pluma distorsionada y directa, Singer fabula desde una combinación de éxtasis y depresión, explorando la naturaleza humana a través de historias en ídish que retratan un encuentro perpetuo de contrarios.

En sus relatos, incluso los demonios parecen desgastados por la humanidad de un pueblo reducido en su ser, incapaces de ejercer su mal porque ya no hay a quién convencer. La existencia misma se convierte en un umbral donde debemos decidir si aceptar ese mal o dejarnos guiar por la luz de las escrituras sagradas.

La puesta en escena basada en su obra llevó estos conceptos al teatro de una forma magistral. Shane Baker, con su lenguaje corporal y su destreza interpretativa, encarnó a un diablo austero y aburrido, mientras Miryem-Khaye Saigel aportó un trabajo desopilante, lleno de precisión y humor. El actor invitado, Rafael Goldwaser, añadió un toque especial que completó un elenco excepcional.

teatro 3

Bajo la dirección detallista de Moshe Yassur y Beate Hein, la obra logró un equilibrio perfecto entre profundidad y entretenimiento. La puesta tuvo lugar en la Fundación IWO, un espacio que no solo brindó calidez y amabilidad, sino que también asistió en todo momento a los asistentes, facilitando la experiencia, incluso con las traducciones simultáneas del ídish y el inglés.

Solo tengo palabras de agradecimiento por esta experiencia teatral tan enriquecedora. La profesionalidad de todo el equipo y la calidad del trabajo presentado hicieron de esta obra un espectáculo inolvidable.

Te puede interesar
Lo más visto
mi-

La banda de Milei

Redacción ARG360
Política

El Movistar Arena fue sede de un show bizarro, digno de la ficción distópica más inverosímil, donde el Presidente de los argentinos demostró que todo, siempre, podría ser peor