Conducir entre la niebla: los errores más comunes en situaciones de baja visibilidad y por qué el uso incorrecto de las balizas puede ser peligroso

Buenos Aires — Las primeras horas del día traen consigo una densa niebla que convierte las calles de la ciudad en un escenario de riesgo latente. La escasa visibilidad pone a prueba la preparación y la responsabilidad de los conductores, y lamentablemente, los errores más comunes siguen repitiéndose. Entre ellos, el mal uso de las balizas se lleva el protagonismo.

Balizas: no son para “ver y ser vistos”

Uno de los errores más frecuentes es encender las balizas al conducir en medio de la niebla. Si bien muchos lo hacen con la intención de hacerse visibles, este gesto puede ser contraproducente. Las balizas están diseñadas para situaciones de emergencia o detención, y usarlas mientras se circula puede confundir a otros conductores sobre una posible parada inminente, generando frenadas bruscas o maniobras evasivas peligrosas 

No usar las luces bajas (o usar las altas)

Cuando la niebla aparece, la luz alta rebota contra las partículas de humedad y genera un efecto espejo que reduce aún más la visibilidad. El uso correcto de las luces bajas —incluso de día— es esencial para ver y ser visto sin encandilar al resto.

Conducir a velocidad normal

La niebla exige una adaptación inmediata de la velocidad. A menudo, los conductores mantienen la misma marcha que en condiciones normales, sin considerar que el tiempo de reacción se alarga y que los obstáculos pueden surgir de manera inesperada. Reducir la velocidad no es un signo de debilidad: es una muestra de prudencia.

Distancia de seguimiento insuficiente

Otro error habitual es no aumentar la distancia con el vehículo de adelante. En condiciones de baja visibilidad, mantener un espacio adecuado permite reaccionar con mayor margen ante una frenada o un imprevisto. La niebla no perdona distracciones.

Distracciones al volante

Revisar el celular, programar la radio o incluso beber un café mientras se conduce puede ser riesgoso en cualquier contexto. Pero en medio de la niebla, donde la percepción del entorno ya está comprometida, cualquier segundo de distracción puede tener consecuencias graves.